Buenos Aires, Agosto 11, de 1950
Mi querido Seoane:
Ya le dije a usted de mi devoción por sus cuadros expuestos en la Hebraica. Pero quiero volver a ellos. Lejos de mi la función del profesional de la crítica: gozo yo de sus cuadros como usted es el feliz gozador de esos motivos del mar. He admirado la solidez con que usted ha construido sus óleos, la fuerza, la exactitud, la calidad de sus colores puros que integran ajustadamente cada entidad pictórica, los exaltan plásticamente al par que los ornan con categoría y son el más vivo ejemplo de un pintor de la mucha vena lírica y humana que usted posee, en una toma de posesión de su oficio expresivo. Su Escena, Los mendigos o Marineros, se adentran en la poesía plástica y pictural, de tan intensos y módicos en su dimensión emotiva. Esas pinturas invitan al sueño, un sueño en el que la pasión del alma y la inteligencia, son ingredientes que aportan ceñidores acentos a ese sueño y nos lo tornan ejemplar e inolvidable. Además, celebro la claridad, la luz pictórica, el sentimiento vital, las dimensiones imaginarias de los afinados matices que rinden misteriosas las aguas de ese mar pintado por usted, que cerca y prefigura la nobleza de sus cuadros.
Le envío un fraternal abrazo
Brughetti