Proxecto epístola

Agrupación de coleccións epistolares para a páxina institucional do Consello da Cultura Galega.

Carta de Virgilio Garrido a Lois Tobío Fernández, 1963.

18/08/1963
Luís BuñuelJosé Luis Coello de PortugalAlbert EinsteinVirgilio GarridoMª del Carmen SolerJoaquín SorollaLois Tobío Fernández
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Montevideo, 18 de agosto de 1963
Querido Tobío:
Empiezo mi carta refiriéndome al último párrafo de la suya del 13 de julio, diciéndole que si para usted resultó demasiado larga, a mí en cambio, me supo a exquisita y sucinta golosina que nos hace desear la continua repetición. He aprendido más de la estampa actual de Madrid en estas dos páginas que en todas las de los números semanales del 'ABC' que desde hace unos meses recibo, hojeo y paso a mi hermano que está siempre ávido de tener noticias de España.
El descubrimiento de usted por algunas de las cacareadas bellezas urbanas de la nueva corte, lo preveo desde que nuestra tierra está siendo preparada para halagar los gustos del rebaño turístico internacional. Esta es la causa principal que me contiene para no desear y ni siquiera prever un vuelo hacia el pasado hasta las tres penínsulas mediterráneas.
A Italia, en primer lugar, la ha desfigurado ya el cemento con sorpresiva máscara sobre la faz tragicómica de sus nobles piedras y su historia farsa en relieves de mármol impoluto.
La carcomida Grecia está desapareciendo con sus litografías en blanco y negro bajo el abigarrado cromatismo de las manadas de comerciantes con retinas al Radon.
Preveo que le ha llegado también a España la hora del sacrificio en el salón de las contrataciones bursátiles. A principios de siglo se cantaba en mi tierra: "Linares ya no es Linares –que es un segundo Madrid– Quién ha visto por Linares pasar el ferrocarril!?"
Para quienes hemos viajado a lomos de burro por entre campos tapizados de olivos que nos formaban la guardia como soldados ante la revista del general, atraviesas ahora la nación surcada por oleoductos, bajo el purísimo cielo rayado por aviones de combate, sería pavoroso y el mapa ibérico se nos presentaría cual si fuese el inmenso pañuelo para recoger nuestras irreprimibles lágrimas.
El propio cuadro urbano de Jaén, cuyas más recientes vistas acabo de recibir con el folleto del turismo que han tenido ustedes la amabilidad de enviarme, ha influido sobre esa pesadumbre que me viene de todo lo viejo soterrado por lo nuevo en la coqueta matronal Europa.
Por fortuna, cuando me disponía a elevar el tono elegíaco, se han presentado esos visitantes que le sacan a uno de sus casillas y hemos ido a ver "El angel exterminador", la más reciente película de Buñuel, una chifladura barroca y nada genial, júzguenla como quieran los intelectuales críticos de "Marcha".
Inmediatamente que recibí su carta telefoneé a la administración de dicho semanario y me aseguraron que se lo enviaban desde el día en que fue suscrito. Luego, la carta de María del Carmen a los Coello confirmó que ya lo estaban recibiendo; por eso no me apresuré a responder a la suya hasta el domingo pasado en que di comienzo a ésta, sin poderla terminar.
Reanudo al cabo de ocho días en el de la fiesta [?], y poco puedo añadir a las insulsas noticias que había de darle y que ya han perdido su leve premura.
Mantengo vivo entre nuestras comunes amistades el recuerdo de ustedes y todas se interesan por su salud, bienestar y acomodamiento en el renovado ambiente. En particular, los vecinos de la calle Pimienta, los Morató y la señora Olden, con quien he tomado (ya) el te en su pisito del edificio Panamericano, estupenda antesala de suicidas. La gentil Primavera vela sobre mi otoño y también (ya) me han presentado a una señora alemana de 84 años que se diría la novia soñada por Bismarck. Frau Lina Kocherthaler conoce España donde vivió algunos años; posee un cuadro dedicado de Sorolla, un retrato con afectuoso autógrafo de Einstein, un bargueño a prueba de borabas, dos tallas de unas vírgenes góticas que huelen a incienso todavía; diversas estampas y acuarelas de tipos gitanos; brillantes óleos de antiguos pintores con quienes no me trato y una vajilla de corte imperial.
Anoche cené con la dueña de estas reliquias, con Margaret y su guarda de corps y con un matrimonio de judíos alemanes, admiradores del Generalísimo. La comida fue sana y abundante, pero como me cuesta digerir ciertos platos hoy me duele le cabeza.
Y así va la carta. Espero siempre con vivo interés sus noticias y les agradezco las lindas cosas que de ahí me envian. Fuertes abrazos
Virgilio [sinatura autógrafa]

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