Proxecto epístola

Agrupación de coleccións epistolares para a páxina institucional do Consello da Cultura Galega.

Carta de Alvajar a Seoane. 1973

04/02/1973
Amparo AlvajarAnita NeugebauerFrancisco Pillado MayorDomingo QuirogaMaruxa Seoane
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Ginebra, 4 de febrero de 1973

Querida Marujiña:

Recibí tu carta. No te molestes en certificarlas porque llegan todas y ninguna se pierde. Además, como no hay nadie en casa no las dejan, y te ponen un papelito para que vayas en el término de tantos días (pocos) a buscarlas al correo. Si no vas a tiempo, las devuelven. Y nuestro horarios, que casi coinciden con las del correo, no nos permiten la mayor parte de los días llegar a tiempo.
Antes de pasar a contestar tu carta, y para que no creas que soy como aquel individuo que el día del cumpleaños de sus amigos les regalaba una fotografía de él, te diré que esas fotografías son para que se las hagáis llegar a Domingo Antonio Quiroga Ríos, que tanto os adora y admira, que no pasan quince días sin que se ponga a hacer loas de vosotros por correspondencia. Si no lo veis con frecuencia, las podéis dejar a su nombre en La Voz de Galicia o dárselas a Pillado para que se las pase a él. En el momento que más cómodo os venga. Reconocerás, Maruja, el vestido que me compré en Buenos Aires. El otro está hecho con dos pedazos de trapos de colgar en la pared que vendían en una tienda de cosas típicamente bolivianas que pusieron en el lugar donde estábamos trabajando en Chile y que me costaron cuatro perras. Tienen muchos más colores que los que se ven en las fotos: azules y morados, por ejemplo. Lo negro es un albornoz árabe. Las mando porque son las primeras fotografías de mi vida donde no estoy espantosa, y como los Quiroga “nos ponen en álbum”...
Ahora paso a tu carta, empezando por decirte que cada día estoy más admirada de las cosas que hace la gente ahora a las edades de tu suegra. Es estupendo. En cuanto a lo tuyo, te diré que la gripe de este año agarra generalmente fuerte, con mucha fiebre y secuelas de todas clases. Especialmente deja muy agotada. Yo, por ahora, no la atrapé. Lo que sí atrapé fue un ataque de reuma en el brazo derecho que no me deja ni levantar un cenicero o una taza de café. Felizmente me permite escribir a máquina. Pero, en fin, no me preocupa mucho porque supongo que es cosa pasajera. Otras cosas más permanentes me inquietan más. Ya llegaremos a eso.
Le he escrito ayer a Anita transmitiéndole detalladamente todo lo que me decías en tu carta. Espero respuesta, pero además le he dado vuestra dirección en La Coruña por si quiere, además, escribiros.
Asunto viaje a La Coruña. Excuso deciros cuánto os agradezco la hospitalidad, y sobre todo la buena voluntad, porque ya sé que lo hacéis pensando hacerme bien. Es decir, que es una invitación “activa” y no “pasiva”. Por el momento no puedo contestar concretamente. Pasa esto. Sigo mal, con mi famosa enfermedad, que empezó hace siete años y no quiere dejarme. Va mejor, pero no bien. No empiezo a explicárosla porque se necesitan cinco volúmenes para relatar mis peregrinaciones de médico en médico (que sostenían que no tengo absolutamente nada), y luego de psicólogo en psiquiatra, porque, como no tenía nada, tenía que ser psicólogo. Ahora parece ser que han descubierto que casi todas estas cosas tienen, como yo he sostenido siempre, un origen orgánico, y no psíquico. Parece ser que se trata de depresiones endógenas. Las células de la corteza cerebral se ponen de repente a producir no sé que cosa que anula la acción de no sé qué otras dos, necesarísimas. Los médicos mexicanos, tratando de encontrar un remedio para la tuberculosis, descubrieron unos medicamentos que la tuberculosis no la curaban, pero sí lo otro, y los tuberculosos de las clínicas se sentían de repente animados, vitalizados e inclinados a la organización de terribles bailongos. Desde entonces, tanto en América (Estados Unidos sobre todo) como en otras partes, están utilizando estos medicamentos con gran éxito. Otra de las cosas que da resultados muchas veces, sin que se sepa por qué, es el agua litinada (los antiguos litines), que estoy tomando a litros. Los otros medicamentos no me atrevo a tomarlos sin vigilancia médica, porque tienen efectos secundarios fuertes. Tengo los medicamentos, porque una amiga me los ha dado, pero no los tomo. Mi médico actual se puso furioso cuando le hablé de emplear medicamentos para hacer desaparecer lo que resta de mi enfermedad, porque dice que “está absolutamente seguro” de que lo mío es de origen psicológico: sentimiento de inseguridad, etc. En fin, mentalidad de refugiada. En vista de eso, pedí hora con una delas notabilidades de aquí con la que ya he estado en tratamiento hace años, cuando más grave era la cosa. Pero aunque pedí hora hace tres meses no he podido conseguirla antes del lunes próximo. Iré a verlo, porque es un hombre en cuya inteligencia confío y que tiene todas las calificaciones necesarias para el caso: médico general, neurólogo, psiquiatra y psicólogo, profesor de la Universidad, etc. Claro está que la última cuenta que le pagué cuando estuve en tratamiento con él ( que no pensó para nada en cuestiones psicológicas) fue de cinco mil francos, pero la salud es ante todo. Voy a pedir su opinión y su consejo, y luego obrar en consecuencia. En mi estado no me atrevo a hacer planes de viajes, porque hay días y temporadas largas en que no puedo ni andar, y simplemente me arrastro para venir a la oficina y apenas me las arreglo para seguir trabajando. No digo nada a nadie, pero paso por un verdadero infierno. Cuando fui a Chile lo pasé muy mal; no así en Buenos Aires, donde sólo tuve dos días malos. Durante mucho tiempo he tenido que trabajar sentada en el suelo, disimulando y haciendo pasar eso por una originalidad, porque no me tenía en las sillas. En fin, para que seguir...
Espero, pues, la opinión de Feldmann, aunque esa opinión me cueste un ojo de la mismísima cara. Luego está, además, la cuestión de mi trabajo. En principio, debería seguir trabajando hasta eso del 19 de mayo, y luego tendría que interrumpir un mes, en el cual tengo forzosamente que ir a París por unos días para renovar mis papeles, que caducan. En ese momento, de estar bien, me quedaría cierto tiempo para ir a La Coruña, si vosotros pensáis estar ahí y en ese momento no os estorbo. Vosotros me lo diréis. Si es posible pronto, para poder hablar con mi jefa de estas cuestiones de trabajo y saber con un poco más de seguridad si interrumpo en mayo o si tengo que interrumpir antes (cuestiones reglamentarias largas de explicar). Así que cuando tengáis un momento, contestadme dándome una idea de esto.
Uno de estos días en que me siento mejorcita (hay veces, como os digo, en el que no puedo andar a causa de los vértigos) quiero ir a buscaros dos discos que creo que os gustarían: una canción de Brassens sobre todos y cada uno de los reyes que quedan en el mundo, y otra que me gusta mucho, aunque ésta no sé cómo se llama ni de quién es la mujer que canta, pero estoy segura de que os gusta. Si los encuentro, os lo mandaré.
También, de ir allá, quiero que me digáis si queréis algo de aquí, para buscarlo con tiempo. Pregúntale también a Pillado si quiere o necesita algún libro que pueda llevarle o mandarle, y saludadlo de mi parte.
Espero respuesta vuestra para ir tomando las disposiciones necesarias por si llego a encontrarme bien, y digo “por si” porque ya os imaginaréis lo que es para mí la idea de encontrarme en un aeropuerto sintiendo que me caigo y que, cueste lo que cueste, tengo que aguantar, retirar mis maletas o facturarlas, llegar a donde sea, etc., etc. Os pido información con tiempo porque, dadas las condiciones en que trabajo en las Naciones Unidas, necesito preparar las cosas con bastante anticipación, para que no digan que les creo problemas.

Mil cariños a los dos y muchas gracias.

Amparo

Ficha documental [Imprimir]
  • Forma parte do conxunto:
  • Fondo: Luís Seoane depositado na Fundación Luís Seoane.
  • Data:
    04/02/1973
  • De:
    Amparo Alvajar
  • Para:
    Maruxa Seoane
  • Orixe:
    Xenebra
  • Ficha descriptiva:
    [Carta mecanografada con firma autógrafa]
  • Termos clave: