Carta de Díaz Dorado a Seoane. 1975
18/07/1975
Buenos Aires, 18 de Julio de 1975
Sr. Luis Seoane y Sra.
Queridos amigos:
He tardado unos días en escribirles, esperando una definición de la situación en ésta, pero como todo sigue enbrollándose, y no se le ve la punta, me ha decidido a hacerlo en este momento.
La inestabilidad política y el descalabro económico parece no tener fin. Después del alejamiento de López Rega, hace unos días, y con la renuncia del equipo económico en el día de ayer, parece que se le ha dado jaque total a la presidenta, la que según se rumorea, ha de pedir licencia, sucediéndola un senador, recientemente nombrado Presidente de la Cámara. Se llama Italo Argentino Luder, y es un viejo peronista, con mucha prestancia, pero no sé si con muchas ideas.
Mientras tanto, la inflación parece no tener límites; el dólar subió ayer casi a $8.000 y se habla de $10.000, como su valor real. La distorsión es total y a pesar de los aumentos que van desde el 50% en el Estado hasta el 170% en los metalúrgicos, los sueldos no alcanzan.
Por supuesto, los que están aguantando el chubasco y sufriendo las consecuencias son los de la clase media (empleados y profesionales), porque parece que con su nivel de vida eran los que “perturbaban el equilibrio económico”.
No sé si sabrán que ayer el Gobierno redujo aún más la magra cuota de dólares que daban a los viajeros, reduciéndolo a 200 dólares, al precio de $5.400 por cada dólar, de manera que los viajes al exterior son sólo para funcionarios del gobierno y sindicales y, por supuesto, para los muy pudientes.
Cuándo regresan? Esperamos que sea antes de fin de año y que para entonces se haya estabilizado en alguna forma esta situación.
Por otra parte, les reitero que tanto la renovación en el Banco de Galicia, como el resto de los gastos, están al día.
No se ha presentado, hasta el momento, novedad en el departamento de Montevideo. La señora que lo limpia lo mantiene muy bien, y por supuesto Enrique es también una persona de confianza.
He sido una sorpresa el escucharlos por teléfono, y saber que están al alcance de una llamada.
Manuel y su familia me encargan que les transmita su recuerdo y Carmen y yo, les enviamos lo mejor nuestro.
Un abrazo
Díaz Dorado