José Rubia Barcia: Unha vida contada 02
.José Manuel González Herrán.- Hablemos de la experiencia de la Universidad Internacional de Verano de Santander.
José Rubia Barcia.- Todo eso es un conjunto de cosas… El año treinta y tres se funda la Universidad Internacional de Santander, fundada también por Fernando de los Ríos cuando era Ministro de Instrucción Pública. En el año treinta y tres yo estaba metido en mis estudios todavía y esto se suponía que era para estudiantes muy cerca ya del final o al final de su carrera, ya licenciados. Entonces la Facultad propone a Molero y a mí (cada universidad tenía la posibilidad de enviar dos becados).
José Manuel González Herrán.- ¿De toda la Universidad o por Facultad?
José Rubia Barcia.- Por Facultad. Y entonces de mi Facultad vamos este Molero (que luego va a ser jesuita) y yo. Vamos a Santander, pero no vamos en el año treinta y tres, vamos en el treinta y cuatro. en el verano del treinta y cuatro. Es el verano que va a comenzar, al final del verano, el Bienio Negro, la revolución de Asturias, el intento de Huelga General…; me iré al final de ese verano a Galicia…, y a la vuelta llevar el mensaje a Granada, y estas cosas... En la Universidad Internacional empiezan las tareas, y yo soy un estudiante, como los demás de la Universidad Internacional… Fue una experiencia para mí inolvidable, porque era una Universidad integrada por gente de prestigio internacional, estudiantes internacionales y un ambiente extraordinario de conferencias, de discusiones en los pasillos y tal. Fue también el año en el que se le rinde el homenaje a Unamuno, y Unamuno está en la Universidad; va a estar Gaos, va a estar Ortega, va a ir…, va a ir también Zubiri: es decir, que hay tremendas personalidades en la Universidad. Pero ese año treinta y cuatro…, jaleos y tal…; entonces ocurre que hay un gallego que se llamaba Pena, Nieto Pena (a lo mejor vive todavía), que era el cronista de un periódico que se llamaba El Cantábrico… No sé si existe.
José Manuel González Herrán.- No, no existe, no.
José Rubia Barcia.- Pero La Región, que era el órgano socialista, no tenía a nadie en la Universidad. A mí no se me había ocurrido, pero de pronto se me ocurre decir: «Bueno, ¿por qué no hago yo crónicas de esto de la Universidad?; de las cosas que este señor no se ocupa, me ocupo yo en el otro periódico y hago crónicas...». Entonces fui a la redacción y me dicen que Malumbres, que era el director…
José Manuel González Herrán.- Malumbres, sí. Luciano Malumbres.
José Rubia Barcia.- Estaba en la cárcel. Entonces…, si está en la cárcel, saldrá o no saldrá…, y me fui a la cárcel a verlo. Le dije quien era, y que pertenecía a la agrupación socialista de Granada, y que tal…, y que me gustaría hacer crónicas. «Mira: el periódico está ahora muy mal... Hazte tú cargo de él, si quieres…; ve tú y encárgate tú». «Demonios…, yo no sé nada de estas cosas de periódicos...». Pero allá me fui, con la tarea de hacer parte de La Región y de comunicarme con él en la cárcel... Y empiezan a aparecer crónicas mías de la Universidad de Verano, algunas firmadas y otras sin firmar.
José Manuel González Herrán.- Firmadas como Xeruba.
José Rubia Barcia.- Como Xeruba: «Xeruba» era Xepe en gallego, Rubia Barcia. Y algunas, con mi firma: cuando se trataba de cosas llamativas, ponía mi firma, y si no, hacía otras cosas de crónicas de información y tal... Y ya desde la primera o la segunda semana empecé a escribir crónicas, e hice un número de crónicas. Allí llegó Lorca con su teatro, con «La Barraca», ese mismo año también; otra vez estuve en contacto con Lorca allí. Y la experiencia fue para mí asombrosa, de estímulo, de ponerme en contacto…; tuve incluso un estudiante, que era el director de la Casa Sueca en La Sorbona, en la residencia tal... Y este estudiante, el director de la Casa Sueca, pudo haber jugado en mi vida un papel importantísimo, porque al venir la guerra él me había dicho… Estudió español conmigo, y lo perfeccionó, y se estuvo todo el verano con clases particulares conmigo, mientras yo asistía a las otras clases. Este estudiante me dice –era hombre mayor que yo, también– me dice: «Si alguna vez quieres venir a Suecia me lo dices y ya verás que te encontraremos un puesto en Upsala o donde sea». Pasaron los años y toda la cosa… Pero bueno, la experiencia de Santander fue inmensamente favorable para mi experiencia en contacto con el mundo...
José Manuel González Herrán.- ¿Cómo pudiste simultanear ese verano el trabajo en la Universidad Internacional, las clases de español a este sueco, y el trabajo de un periódico como La Región…? Era un periódico pequeño pero que daba mucho trabajo para quien no era profesional...
José Rubia Barcia.- No olvides que yo tenía entonces veinte años, creo. Tenía una tremenda energía, estaba bien de salud y dedicaba todo mi tiempo a ese quehacer, y además a otros que no menciono... [risas]. Problema de juventud y energía, supongo. Y además un impulso casi ciego que me impulsaba a hacer cosas. Hay cosas que uno no puede explicar, es decir, las hace y no sabe el porqué, ya está.
José Manuel González Herrán.- Aunque sea un poco entre paréntesis, pero me interesaría una opinión sobre esta cuestión: has tenido ocasión, el año pasado, de volver a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que se reclama como continuadora de aquélla, aunque tal vez no lo sea. ¿Qué juicio te merece la diferencia o la seme52 53 janza que puede haber entre lo que tú viste en el año treinta y cuatro, y lo que has vuelto a ver en el ochenta y cuatro, cincuenta años después?
José Rubia Barcia.- No puedo ser objetivo en relación con esa comparación. De modo que mi juicio está teñido por una experiencia desagradable, muy desagradable. Mi experiencia en Santander ha sido una de las experiencias más desagradables que yo he experimentado en mi vida.
José Manuel González Herrán.- Independientemente de los sucesos que acompañaron aquel curso, el hecho de reencontrarte con aquella institución...
José Rubia Barcia.- Fue una gran emoción, pero al mismo tiempo… Eso me hace recordar la anécdota de un poeta árabe, cordobés, que está enamorado de una chica de Córdoba, y se pasa la vida, veinte años de su vida, cantándole, soñando con ella y tal…; y de pronto le nombran embajador en Bagdad, y entonces le dicen, al llegar a Bagdad, que su amada, que la mujer que ha cantado tanto está allí… Salió corriendo y no quiso verla. Algo de esto me pasaba en Santander. Llegué a Santander y me quedaban los edificios. Fui al Aula Magna, en donde yo oí hablar a Unamuno, donde estaba rodeado de gente que a mí me interesaba mucho; estaba excitado con tanta ciencia, tanta literatura, tanta filosofía. El tema de aquel año, el tema general, era la crisis del siglo XX, y todo giraba alrededor de la crisis del pensamiento, de la crisis de la filosofía, de la crisis del arte: fue un curso fascinante en todos los aspectos, estimulante a más no poder. Y ahora llegué y me encontré con una factoría de…; yo no sé lo que se hace ahora en Santander, ni lo que se enseña en Santander; no tengo la menor idea de la marcha ordinaria. Lo que si sé es que fui a participar en un homenaje y todo fueron dificultades, inconvenientes, gentecilla, problemitas; allí no había un espíritu como aquél que yo había vivido y que me ha influido para siempre. Es decir, la experiencia de adquirir conciencia de la transformación histórica que se producía en el siglo XX, que para mí fue crisis de crecimiento, no crisis de angustia, ni de pesares, ni de negación. Aquello era…, como era la España de la República: se abrían grandes perspectivas, por primera vez los jóvenes participábamos en la vida política, con un entusiasmo extraordinario, teníamos fe en el futuro, todo se preparaba y parecía que, por fin, España iba a cuajar en un gran país de nuevo. Era la culminación de todo el proceso desde la Restauración hasta ese momento. La República significaba borrón y cuenta nueva, y aprovechamos la experiencia inmediata y ahora el mundo es nuestro... Estábamos llenos de entusiasmo por España, por sus posibilidades…
José Manuel González Herrán.- Y todo eso se interrumpe con la Guerra Civil.
José Rubia Barcia.- Claro.
José Manuel González Herrán.- ¿Cuál es tu actuación, muy en resumen...? Yo tenía aquí en mis notas la idea de que tu actividad durante la guerra está entre las armas y las letras 54 55 (y no sólo jugando con el título de aquella revista), sino que de hecho mezclaba la espada y la pluma.
José Rubia Barcia.- De hecho fue así. Fui miliciano en el frente, fui delegado del Ministerio de la Guerra para problemas urgentes que aparecieron en Extremadura antes de que Franco pasara hacia el norte; estuve en la caída de Toledo, estuve en la conquista de Guadalajara, participé de alguna manera –hasta que me convencí de que era imposible hacerlo– en la organización de las milicias gallegas, y fui corresponsal de guerra de Política, porque… Política era el órgano de Izquierda Republicana, la dirigía entonces, primero Oscar Esplau, un escritor levantino que por razones de salud tuvo que dejarlo, y la dirigió después Ossorio Tafall, que era un catedrático del Instituto de Orense y que luego llegó a ser gobernador del Congo, es una historia fascinante… Ossorio Tafall me llamó cuando ya estábamos…, era el sitio de Madrid casi… No, esto fue antes de que comenzara la guerra: me llamó y me ofreció un puesto de redactor en el periódico, y estuve de redactor de noticias en el periódico cuando me suspendieron las oposiciones; porque, claro, a mí me suspendieron las oposiciones…
José Manuel González Herrán.- ¡Ah, eso no lo habíamos visto!
José Rubia Barcia.- Eso no me lo habías preguntado, pero es el determinante de por qué me coge a mí la guerra en Madrid. 55 56 José Rubia Barcia
José Manuel González Herrán.- Lógicamente tendría que haberte cogido en Galicia...
José Rubia Barcia.- En Galicia, o en Andalucía, pero no en Madrid. Yo fui…, yo firmé…, había dicho de hacer oposiciones…; voy hacer oposiciones en el año treinta y seis; en mayo llegué a Madrid. Y llegué a Madrid, liquidando ya mi periodo de Granada; ya no iba a volver a la Universidad, no iba a volver a la Escuela de Estudios Árabes –había terminado ya mi tesis–, no iba a volver a la Escuela de Estudios Árabes, no iba a volver tampoco al Instituto Ganivet; querían llevarme de nuevo, pero ya lo había decidido: «Voy a hacer oposiciones y saco una cátedra y ya está». No se llamaba eso cátedra, se llamaba encargado… ¿de qué?, no sé cómo se llamaba… Era una especie de cursillo…; se hacían cursillos de oposiciones a cátedras…; pero no sé qué carácter tenía aquello, no era como antes, la cosa permanente, sino que era otra cosa especial…, no me acuerdo…, bueno. El caso es que voy a Madrid y en el caserón de San Bernardo, pues nos reunimos allí trescientos jóvenes de todas las universidades.
José Manuel González Herrán.- En ese caserón de San Bernardo hice yo también mis oposiciones de Agregado de Instituto, en 1975…
José Rubia Barcia.- Bueno, pues ahí voy a hacer las oposiciones… o cursillos…: se llamaban cursillos…; si lo pasaba uno, te hacían catedrático permanente después. No había este sistema todavía, sino que si pasabas los cursillos te encargaban de cátedra. Bueno, el caso es que comparezco en Madrid, voy con cierta seguridad. 56 57 A esos cursillos asiste la hermana de Lorca –que todavía vive– y Laurita de los Ríos, la hija de don Fernando, compañeras mías de Granada… Y yo fui con una gran seguridad a los ejercicios, y tal…, me senté y tal…, y detrás de mí estaban Laurita e Isabel; de pronto en voz bajita me dicen: «Oye Rubia, ¿y esto qué…?». Yo les apuntaba… y tal…, y yo lo sabía. De modo que ellas mismas concedían que yo estaba preparado para pasar esta cosa. Al día siguiente aparece la lista y se me elimina: me habían eliminado en el primer ejercicio y aquello me produjo una impresión terrible; yo, que tenía grandes esperanzas de sacarme y arreglarme mi vida económica ya, empezando por ahí, pues me encuentro que se me elimina en el primer ejercicio. Yo no entiendo eso, mis compañeros no entienden eso. Entonces veo a don Fernando: «Ha pasado esto y no sé a qué se debe...». «Yo me enteraré». Se entera, me llama y me dice: «Hombre, lo que ha pasado es que parece que tienes una letra endemoniada y no han leído los ejercicios; te han eliminado porque no han leído tus ejercicios».
José Manuel González Herrán.- La letra endemoniada, ya...
José Rubia Barcia.- «La letra endemoniada…, y te han dejado en la calle por esto, porque había tantos candidatos, y a éste le han eliminado por la letra. Es injusto, ya ha pasado, ya no se puede rectificar eso. De modo que ahora arréglatelas como puedas». Entonces fue una de las etapas más angustiosas de mi vida: todavía tengo pesadillas recurrentes en relación con eso. Porque empecé a buscar trabajo en Madrid, academias particulares, busqué y busqué, busqué…; nada, no encontraba trabajo, se me estaba acabando el dinero. «Y ahora, qué hago, yo no quiero volver fracasado a Galicia, ni irme a Granada de nuevo; voy a ver si encuentro algo que hacer aquí». Y fue cuando Ossorio Tafall pasó a ser director de Política; entonces alguien me habló a mí de eso…, fui a ver a Ossorio Tafall, y Ossorio Tafall me empleó. De modo que resolví el problema por la vía periodística. A lo mejor hubiera acabado de periodista para toda la vida, escribiera o no escribiera. Empecé como noticiero: noticias de hospital, de casas de socorro, de tal... Pero ya con esta experiencia, además me dieron carnet de periodista, porque había colaborado en La Región, había colaborado en El Defensor, y había tenido una pequeña labor de periodista… y, entonces, me dan el carnet, y todavía tengo el carnet de Miembro de la Agrupación de Periodistas Españoles, sindicato UGT, lo tengo todavía en mi poder, y entro como periodista en Política.